Áreas protegidas cuentan con directrices para la planificación de su uso
En Uruguay la cantidad de visitantes en áreas protegidas es variada, oscilando desde un mínimo de cien a un máximo de 90 mil visitantes anuales, con un perfil heterogéneo, donde no todas tienen conocimiento y hábitos de recreación y turismo compatibles con la conservación del patrimonio natural y cultural. Ahora, las Directrices para la Planificación del Uso público de las áreas protegidas constituye un documento rector que proveerá un marco para guiar la planificación y el desarrollo del uso público de las áreas del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP), contribuyendo a los objetivos de conservación del área.
SNAP: HERRAMIENTA JOVEN
Creado en 2005, dicho sistema puede considerarse una herramienta joven, que permite armonizar el cuidado del ambiente, en particular de la diversidad de paisajes, ecosistemas, especies y elementos culturales, con el desarrollo económico y social.
Actualmente están bajo protección la Quebrada de los Cuervos, el parque nacional Esteros de Farrapos e Islas del río Uruguay, el parque nacional Cabo Polonio, el parque nacional San Miguel, el Paisaje Protegido Laguna de Rocha, el Cerro Verde e Islas de la Coronilla, el Valle del Lunarejo, la localidad rupestre de Chamangá, las grutas del Palacio, en Flores, y Rincón de Franquía.
"Con la puesta en funcionamiento del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP) en 2005, el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente asume el desafío, el deber y la oportunidad de seguir trabajando en la línea de conservación y desarrollo sostenible, integrando a las comunidades locales y sus conocimientos a los procesos de desarrollo generados en las áreas protegidas, que en nuestro país tienen esta particularidad de ser áreas habitadas por gente que vive y produce en ellas", informó dicho Ministerio.
En términos históricos, en Uruguay el SNAP es una herramienta joven, que permite armonizar el cuidado del ambiente, en particular de la diversidad de paisajes, ecosistemas, especies y elementos culturales, con el desarrollo económico y social.
LAS DIRECTRICES
Las Directrices, han sido llevadas adelante por los ministerios de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente y de Turismo y Deportes, con la participación de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) y el apoyo técnico de la organización no gubernamental Retos al Sur.
Para sumar garantías a todos quienes disfrutan de los valores contenidos en estas áreas protegidas, se elaboraron las directrices para la planificación y el desarrollo de su uso público, fruto de “un trabajo mancomunado de la institucionalidad pública para la conservación de nuestros valores naturales y de belleza escénica”, en palabras del director nacional de medio ambiente, Jorge Rucks.
El documento, de carácter obligatorio, que recoge los lineamientos institucionales, conceptuales y metodológicos que guiarán la acción en las áreas del SNAP.
“Estas directrices son las formas de trabajo que nos hemos dado para poder gestionar y aprovechar mejor lo que tenemos”, señala el director nacional de turismo, Benjamín Liberoff. Y vincula la concreción de estas directrices, con otros “logros anteriores como la creación del propio SNAP, pero también con la ley de ordenamiento territorial o la trazabilidad de nuestros suelos que nos permiten ser el único país que puede saber con que se pasta en cada metro cuadrado. Y esto da cuerpo y contenido a nuestra marca de Uruguay Natural.”
Desde su propia gestación, el SNAP presta especial atención a las relaciones y oportunidades de sinergia entre turismo y áreas protegidas, incluyendo al desarrollo local y la participación de los actores locales en la base de la propuesta.
Cuando, en los lineamientos definidos para las áreas protegidas, se habla de uso público, refiere al conjunto de actividades y prácticas que a través de la recreación, la cultura, la educación y las diferentes modalidades de producción, tienen la finalidad de acercar a los visitantes a los valores naturales y culturales del área.
El desafío de los planes de uso público está en implementar un sistema de planificación, ejecución de acciones y monitoreo, que considerando las presiones existentes —por ejemplo, ante la concentración de visitantes en determinadas épocas del año— haga viable la reducción de las amenazas. Estos planes —sujetos a los planes de manejo de cada área— promueven y obligan a un desempeño social y ambientalmente responsable.
Para constatar que esto ocurra, las directrices incluyen un sistema de monitoreo y autoevaluación, mediante el cual cada área protegida debe evaluar el estado de conservación adecuado de los elementos que pueden ser afectados por el uso público. Y a partir del monitoreo, identificar los problemas o debilidades existentes; hacer un uso eficiente de los recursos; y mejorar la planificación y gestión de manera continua.
Estas directrices forman parte de una estrategia país, responden al Plan Estratégico del SNAP 2015-2020, y se enmarcan en el Plan Nacional de Turismo Sostenible 2009 – 2020.
Fuente y foto: MVOTMA
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