Uruguay, santuario de ballenas

La observación de ballenas francas se concentra entre los meses de julio y octubre en el este del país. Esta actividad turística contribuye a diversificar la oferta y extender la temporada. La normativa vigente establece que las aguas territoriales son santuario de ballenas y delfines, procurando su preservación. Otras disposiciones prohíben disturbar a los cetáceos en las áreas de desplazamiento, descanso y reproducción.

El avistaje de ballenas francas se concentra en la zona este del país, principalmente en la bahía de Maldonado entre los meses de julio y octubre en la que esos mamíferos migran desde el extremo sur a costas de Argentina, Uruguay y sur del Brasil.

 La observación de ballenas es una actividad turística que consiste en el avistaje de cetáceos en un lugar de acceso abierto. Esto incluye la actividad humana en plataformas como embarcaciones, aviones, torres o tierra firme.

Según un impreso elaborado por el ministerio actualmente más de 13 millones de personas contratan salidas para el avistamiento de ballenas en más de 100 países. La actividad genera 2,1 billones de dólares por año en todo el mundo.

La directora general del Ministerio de Turismo y Deporte (MINTURD), Hyara Rodríguez, destacó que esta modalidad contribuye a la diversificación de la oferta turística durante todo el año y constituye una fuente de recursos económicos y mejora de la calidad de vida de los operadores turísticos de Maldonado fuera de la temporada estival.

Santuario de ballenas y delfines

Rodríguez Brianza recordó que la aprobación de la Ley No. 19.128, de 2013, que establece a las aguas territoriales como santuario de ballenas y delfines. Además, anticipó que en el mes de septiembre, en una reunión de la Comisión Ballenera Internacional, Uruguay suscribirá una resolución a favor de la conservación de la especie.

En 1995 la población mundial de ballenas francas, con 5.000 ejemplares, estuvo en peligro de extinción. Las acciones emprendidas por varios estados para su conservación llevaron a que el número creciera a 7.000 ejemplares. Su recuperación es lenta debido a que las hembras tienen una cría cada tres años.

Los ejemplares miden entre 14 y 16 metros de longitud y su peso varía entre los 40 y 60 toneladas, llegan a vivir 250 años y se desplazan a una velocidad de entre 15 y 30 kilómetros por hora.

La Dirección Nacional de Recursos Acuáticos (DINARA) recordó en los últimos días que la normativa vigente (decretos No. 238/998 y No.261/002) establece que están prohibidas las actividades que impliquen disturbio, ahuyentamiento o molestia a los cetáceos en las áreas de desplazamiento, nado, descanso, reproducción, de cría o asentamiento.

Salvo casos expresamente autorizados no se permite, a menos de 300 metros de las ballenas, nadar, bucear, circular con motos náuticas, pescar y el acercamiento de embarcaciones no registradas.

 

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